Todo el mundo sabe qué es el trabajo en equipo. Ser capaz de hacerlo de forma fluida es un plus para cualquier profesional. Trabajar con gente es divertido, exprime la creatividad, mejora la motivación de quienes lo integran y se obtienen mejores resultados.
O bueno, eso es lo que nos han contado.
Si trabajas por tu cuenta o te has integrado en una empresa pero no compartes espacio físico con el resto de la plantilla, seguro que has valorado las ventajas y desventajas del trabajo en en equipo.
Pasar casi toda la jornada laboral con muchas personas suele ser lo común aún en una época en la que cabría pensar que el teletrabajo manda. Sin embargo, un entorno laboral nutrido de gente no tiene porqué ser participativo.
Piensa que la autonomía es también un plus en muchos casos. ¿Cuántas veces has reportado únicamente a tu superior sin interactuar con tus iguales?
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Por qué creo que el trabajo en equipo está sobrevalorado
… a pesar de tanto bombardeo con los beneficios de los brainstormings y otras herramientas de trabajo grupal, esto es lo que he concluido tras trabajar en empresas de muy diferente pelaje:
- De un grupo surgen pocas ideas; de las mismas personas que lo integran y que piensan individualmente, surgen más. Es más, negociar lleva implícita una renuncia. Esto mata la creatividad. Comprobado, eh.
- La responsabilidad se diluye: todo el mundo es responsable de todo, y a la vez nadie de nada. Con los errores la situación es clara: es más fácil no asumir responsabilidades individuales. Check again.
- Por contra, puede surgir un liderazgo mal entendido: una o más personas que no busquen el consenso y que bloqueen la toma de decisiones. Sin comentarios, mejor.
- Se ralentizan los procesos: tomar una decisión cuesta mucho más en un grupo de gente, lo que retrasa la ejecución. Que levante la patita quien no lo haya observado.
- El sentido crítico tiende a desaparecer: lo cómodo es plegarse a la decisión del grupo y no opinar de forma individual. Ídem.
A la búsqueda del equilibrio
Trabajar en soledad es posible; limitador, también
Necesitamos de los demás para complementarnos profesionalmente, es un hecho. De no hacerlo, conseguiremos resultados reducidos a nuestro ámbito de expertise y nos resultará complicado hacerlos crecer.
Si eres freelance, establece alianzas con profesionales de sectores relacionados al tuyo. Desarrollar proyectos en común con gente con la que encajes sirve para abrir horizontes y llegar a más clientes. Y, además, lo conseguirás sin perder autonomía.
Definir y poner nombre a las responsabilidades es bueno
Cuando te alías con otras personas es tan vital asignar las tareas planificadas como que se ajusten a los tiempos y recursos disponibles. Del mismo modo, hay que señalar las dependencias entre esas tareas, para cumplir los hitos que nos hayamos marcado.
En resumen: que queden claros los roles y no haya ningún cabo suelto. Así la carga de trabajo se repartirá de una forma equilibrada y el equipo funcionará.
Las reuniones son tan necesarias como su preparación
Reflexionar de forma individual y tomar cierta distancia es muy útil para llegar a soluciones. Además, nos ahorramos la presión social que suelen implicar los grupos de trabajo.
Llegar con «los deberes hechos» a los encuentros con el resto del equipo ayudará a ganar agilidad y ahorrar tiempo. Y sí, aplica igual a reuniones virtuales o en 3D: la preparación personal de la reunión debe ser un mínimo.
La clave está en la organización y la previsión
Que exista el papel de coordinación no implica que nadie esté por encima del resto. Aunque huyas del concepto jefe estándar, sabrás también que, para trabajar con agilidad, es necesaria una figura aglutinadora y con visión global del proyecto. No da órdenes, no, «solo» organiza y revisa que todo funciona como debe.
Es importante discutir al arrancar el trabajo quién se hará cargo de esta tarea. Así se evitarán roces posteriores y el cumplimiento de los plazos estará (casi) garantizado.
Aquí puede encajar el clásico papel de Project Manager, adaptado al tipo de equipo que se forme, claro. ¿Cuáles son algunas de sus tareas típicas? Aquí van las principales:
- Tomar las riendas a la hora de presentar la propuesta a la empresa cliente.
- Planificar los tiempos: el diseño del Gantt es tarea suya, con apertura a cambios y ajustes, claro.
- Marcar objetivos de cada persona.
- Ser el puente entre cliente y miembros del equipo. Esto consiste en transmitir de forma específica las necesidades a quien debe ejecutar las tareas, así de simple.
- Negociar con el cliente los cambios o peticiones que no se ajusten al presupuesto.
- Tener una visión general para ser capaz de prevenir errores.
- Proponer soluciones y alternativas a los problemas que surjan durante la ejecución del proyecto.
Las herramientas son un medio, no el fin
Cegarnos con el cómo no nos dejará ver el para qué. No importa cuál sea el método de trabajo en equipo que elijamos o la forma de organizar el grupo, si es que nos animamos a formarlo aunque solo sea para un proyecto puntual.
Lo relevante es el objetivo que queremos alcanzar. No hace falta traicionar nuestros valores ni pasar por encima de nadie de forma agresiva —aunque no obviemos que la competencia bien entendida nos ayuda a ponernos las pilas—.
Obsesionarse con un único modo de hacer las cosas y olvidarnos de tener cierta flexibilidad nos hará incapaces de afrontar cambios. Además, si una forma de funcionar o de estructurar el equipo vemos que no resulta, habrá que hacer cambios, ¿no? ¡Y seguro que no se muere nadie!
A estas alturas de la película, las respuestas tienen que ser ágiles, aunque cueste y no nos resulte lo más cómodo a priori. Es mi consejo de hoy 😉